Deslizarse sobre las dunas de arena en una tabla es una actividad que tienen que hacer, al menos, una vez en la vida. La libertad, el viento, la sensación de dejarse llevar es indescriptible. Alrededor, solo desierto y paz. Hacerlo en Cerro Blanco, en la duna de arena fina más alta de Sudamérica (Nasca, región Ica, al sur de Lima), es más excitante aún. A aproximadamente 2080 m.s.n.m., en la cuesta del Borracho, esta duna que fue considerada apu (montaña en quechua) por la cultura precolombina Nasca, contrasta con cerros andinos que hacen el paisaje aún más exquisito. Desde su cima se ramifican suaves y breves bajadas que animan a practicar sandboard. Luego hay una gran pared bastante inclinada, de unos mil metros, por la que se pueden alcanzar intensas velocidades. A la práctica del sandboard se suma la de los areneros: vehículos motorizados que permiten recorrer el espacio con más comodidad pero con casi el mismo nivel de adrenalina. Para conducirlos no necesitarán físico, pero sí harta maña.
Hay que tener buen físico y resistencia para esta aventura, ya que las expediciones combinan caminata y deslizamientos. Si bien al principio el trek no es muy duro, se complica en las faldas arenosas del cerro. Son cerca de tres horas para alcanzar la cima.
Transporte, representante e implentos para realizar actividad.