Alpacas, llamas, guanacos y vicuñas; a todos nos conocen como camélidos sudamericanos. Pero pese a que vivamos en los Andes y nos parezcamos mucho, no todos somos iguales. Déjame explicarte un poco más sobre mis primos lejanos y cómo diferenciarnos.
Lo primero que debes saber es que no todos los camélidos sudamericanos convivimos con las personas. Las llamas y las alpacas estamos domesticadas – por eso nos puedes ver en sitios arqueológicos o siendo criadas en comunidades. Por otro lado, los guanacos y las vicuñas son silvestres y suelen estar libres o en parques nacionales donde son protegidos.
Ahora podemos hablar de cada uno de nosotros.
1. Las alpacas
Las alpacas nos hemos hecho famosas en todo el mundo, pero muchas veces nos confunden con las llamas. Nosotras somos más pequeñas, cubiertas de lana de un solo color y con el rostro de menor tamaño. Somos reconocidas por nuestra fibra térmica y resistente, especialmente por la de “baby alpaca” que se obtiene de mis amigas menores de dos años.
(Foto: Naomi Tamamoto)
2. Las llamas
A las llamas las reconoces porque tienen las orejas puntiagudas y más prominentes, con un pelaje multicolor. Son uno de los camélidos sudamericanos más grandes y fuertes, por eso que son utilizadas como animales de carga y porque sus patas no dañan los caminos. Su carne también es muy apreciada entre las comunidades andinas.
(Foto: Photo by Parsing Eye on Unsplash)
3. Las vicuñas
Si hablamos de fineza de lana, la vicuña gana porque tienen la fibra más delicada y cara del mundo. A las vicuñas las reconoces porque son pequeñas y estilizadas, de cuerpo rojizo y con ojos y orejas grandes a comparación del tamaño de su cabeza. ¿Un dato más? Ellas aparecen en el escudo del Perú como representación del reino animal.
(Foto: Photo by Mariana Proença on Unsplash)
4. El guanaco
El guanaco es más cercano a la llama que a nosotras las alpacas, tanto por su tamaño como por la forma de su rostro. Pero, para diferenciarlas, fíjate en su pelaje que es corto y de un solo color. Lamentablemente, el guanaco está en peligro de extinción y solo vive en Chile y Argentina.